La respuesta es no. Un tatuaje es un tratamiento definitivo. La micropigmentación se realiza con un dermógrafo. Es un aparato similar a una máquina de tatuar, pero con menos potencia o fuerza de penetración.
La micropigmentación es semipermanente. Se realiza a un nivel más superficial en la piel, por eso son necesarios los retoques. Al estar a menos profundidad, el proceso de regeneración de la piel hace que el trabajo se vaya difuminando pasado un tiempo. Esto asegura además que los colores utilizados se vean y mantengan más fieles y no volviéndose azulados.
Es una ventaja, ya que los rasgos cambian con la edad y las formas y colores hay que ir adaptándolos a las necesidades en cada momento.